¿Para qué sirven las emociones?

¿Para qué sirven las emociones?

¿Para qué sirven las emociones?

2 de Noviembre, 2023

Las emociones son una conducta filogenética, y como tal, los seres humanos nacemos con la capacidad innata para emocionarnos. Todas las emociones tienen una vinculación con la supervivencia, ya sea para aumentar la vinculación con otros o alejarnos del peligro.

¿Por qué las emociones son necesarias? Porque son la base del ciclo de regulación biológica, es decir, cómo nos regulamos para cubrir nuestras necesidades. Son una especie de brújula interna que nos indican lo que necesitamos en cada momento, y nos moviliza a la acción. Además, suponen la clave de la motivación, por ello, es importante conectar las metas con algo que nos movilice, que nos emocione.  Asimismo, los procesos emocionales tienen un componente de activación fisiológica, preparan a nuestro cuerpo para realizar la acción que cubrirá esa necesidad.

Hay una tendencia a la racionalidad, a no dejarnos llevar por los deseos. 

Se considera que las emociones son negativas o de algo que no hay que fiarse. Está bien ser racional, pero no podemos negar nuestra vivencia interna de lo que nos ocurre.

Clasificación de las emociones

  •  Primarias: se activan cuando hay una necesidad no cubierta, y al satisfacerse dicha necesidad, el proceso emocional desaparece. Estas pueden agradables o desagradables, aunque todas ellas adaptativas y necesarias para nuestra supervivencia. Entre ellas están: tristeza, enfado, miedo, vergüenza, asco, alegría y sorpresa.
  • Secundarias: son las reacciones emocionales ante las emociones primarias (por ejemplo, ante una pérdida, la emoción primaria podría ser la tristeza, sin embargo, al no permitir sentirla, puede derivar en ansiedad o rabia). Cuando una emoción primaria nos da miedo o no vivimos bien el sentirla, suele aparecer una emoción secundaria, en la que nos refugiamos para no sentir la primaria, lo que nos impide transitarla.

Por ello, no es recomendable el control emocional. Si nos esforzamos por no sentir, lo que ocurrirá es que la emoción cogerá más fuerza, y se expresará a través de otras vías. Además, cuando reprimimos las emociones, se suele dar un aumento de la cognición, manifestando una mayor obsesividad, pensamientos rumiativos, etc. Por tanto, muchas veces lo que se convierte en el problema no es la emoción en sí misma, sino todo lo que hacemos para no sentirla.

¿Cómo debemos posicionarnos ante las emociones? Exponernos a ellas, sentirlas, no evitarlas ni reprimirlas. Es aconsejable preguntarse: ¿cómo me siento con esto que me pasa? Sin juzgarnos por ello. ¿Qué necesidad hay detrás de ella? Cuando sintamos dificultad para entender nuestras emociones, es interesante prestar atención a cómo ésta se expresa corporalmente. Quizá también escribir desde la emoción: ¿qué diría tu enfado/tristeza? Por último, ya podremos decidir cómo gestionamos conductualmente dicha emoción, ahí es dónde entra nuestra parte racional.

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